Primero, me da gusto regresar y que nos leamos nuevamente. Como sea.
Hace unos días estaba viendo una película de David Cronenberg, uno de mis directores favoritos con aquella afición por la transformación de la carne y de los nuevos cuerpos. Mientras miraba Videodrome uno de los diálogos me llamaron la atención, pues mencionaba algo sobre la sobreestmulación que estos tiempos de imágenes y de percepciones tecnologizadas nos ofrecen. De alguna manera recordé a Gilles Lipovetsky con su libro La era del vacío. Y apenas hace un par de días, nos encontramos con el fallo de seguridad de iCloud o bien, el conocido y ya muy difundido hackeo de cuentas de personalidades como Jennifer Lawrence. Por otro lado, esto me hizo pensar en la Ley de Lubarsky y en el Modelo OSI. Entonces, comencé a pensar en interrelaciones curiosas entre todas estas cosas y el conocido portal 4chan.
4chan, es una maravilla por el simple hecho de la anonimidad y la potencialidad de cosas y de personas compartiendo bizarreces o bromas, memes, lo-que-sea. Pero también porque en él se han creado movimientos de hacktivismo como lo ha sido Anonymous en sus inicios. Mucha gente del grupo de hacktivistas salió de ese lugar.
El mundo tecnologizado en el que vivimos nos llena de imágenes y a veces nos satura de información, nos conecta y nos informa, nos separa de algunos, encontramos nuevas cosas, compartimos, algunos crean. Es un mundo fantástico hiperconectado. Pero, como bien menciona Lubarsky, siempre hay un virus. Ese virus, no sólo lo podemos encontrar a modo de fallo del software, sino que lo encontramos a modo de fallo en el sistema social. Muchos huecos se quedan y se reemplazan con otros, dependiendo de los intereses y de lo que el usuario busque. Pero uno de los huecos y de los tabús es el cuerpo. Esa cosa que nos sirve de empaque para vivir, pero que nos sirve también para adornar y presentarnos, para interrelacionarnos con el otro y también con las máquinas. Pero como cuerpos mortales y humanos, muchas veces somos muy torpes. Eso, sumado a los virus de la Ley de Lubarsky, ¡Imaginen!, todo un caos. Caos de seguridad y de la protección de nuestros datos.
Es muy sencillo culpar a otros de nuestras torpezas, pero en la tecnología, muchas veces de esas cosas torpes son de la capa 8. Creemos ciegamente en las tecnofantasías que se nos maneja en el marketing y en el consumo que no nos percatamos que la hiperconexión también puede ser un riesgo. Y más que un riesgo para otros, es un riesgo para uno mismo como usuario. Un claro ejemplo, es la filtración de fotografías de las cuentas de iCloud de varias imágenes hollywoodenses. Esta claro, que la filtración además de una clara fetichización del cuerpo, es una objetivación sexual que trae consigo el expuesto de la privacidad de estas mujeres, además de consecuencias legales para quien las filtra. De alguna manera este ejemplo, puede tener más peso de culpa en el hacker que en los fallos de seguridad o que en el usuario.
Pero a lo que quiero llegar es, que sin importar que tan buena sea la tecnología hoy en día para muchos, siempre habrá un virus o un fallo de seguridad. Pero, desde mí punto de vista, como usuaria y casi paranoica de la seguridad de mis datos, el peso recae de igual manera en el usuario, pues es quien por medio de sus hábitos permite la apertura de aquellas puertas o el despertar de aquellos virus. Lo que quiero que quede claro, es que existe una diminuta linea entre nuestra privacidad y el mundo público. David Pogue, un día escribió que si no te gustaba la ley de Internet, sólo tenias que apagar el modem. Hoy en día sabemos que no es así. El mundo online, nuestra vida online es una proyección de bits, los cuales son nuestra responsabilidad cuidar y proteger como nuestra vida offline. Si no vamos por la calle mostrando la cartera, dejando la puerta abierta de la casa; entonces, ¿por qué no preocuparnos por una buena seguridad en nuestros datos en nuestra extensión online?