Desde su fundación en 1987, Huawei ha pasado a ser uno de los principales proveedores de equipos de telecomunicaciones a nivel mundial, ahora el gigante chino de la industria de celulares y equipos de telecomunicaciones, enfrenta cada vez más dificultades para competir en el mercado estadounidense. Esta semana, los jefes de las principales agencias de inteligencia de Estados Unidos señalaron que no aconsejan el uso de celulares inteligentes de las marcas chinas Huawei y ZTE debido a temas de seguridad.
La inteligencia de USA cree que podrían utilizar los teléfonos chinos para espionaje
En una audiencia ante el Comité de Inteligencia del Senado, los directores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), expresaron su inquietud ante la posibilidad de que los dispositivos chinos pudieran ser usados para actividades de espionaje. Tom Cotton y el senador Marco Rubio introdujeron la semana pasada un proyecto de ley para impedir al gobierno la compra o alquiler de equipos de telecomunicaciones de Huawei o ZTE, argumentando que las compañías asiáticas podrían usar este acceso para espiar funcionarios estadounidenses.
Huawei negó categóricamente que sus dispositivos sean herramientas de espionaje al servicio de Pekín. Un vocero de afirmó que la compañía «está al tanto de actividades del gobierno de Estados Unidos dirigidas a inhibir los negocios de Huawei en el mercado estadounidense». El vocero agregó que la empresa tiene la confianza de gobiernos y consumidores en 170 países y no representa un riesgo de ciberseguridad mayor que otros vendedores.
En el congreso de tecnología Consumer Electronics Show (CES 2018), celebrado en enero en Las Vegas, se esperaba que Huawei anunciara una alianza con la operadora de telefonía estadounidense AT&T. Pero la operadora dio marcha atrás y varios medios señalaron que el cambio de postura se debió a presiones del gobierno de Trump. Al parecer AT&T se retiró del acuerdo luego de que 18 miembros del Senado y la Cámara de Representantes firmaran una carta a los organismos reguladores expresando preocupación por la participación de empresas chinas en el sector de telecomunicaciones estadounidense.